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La práctica del perdón


No alimentes odios secretos contra tu hermano, sino reprende con franqueza a tu prójimo para que no sufras las consecuencias de su pecado.

(Levítico 19:17)


¡No es bueno almacenar odio en el corazón! Para no hacerlo, debemos poner en práctica el perdón.


Muchos cristianos piensan que para perdonar a alguien es necesario no tener malos sentimientos con relación a la persona que los ofendió o perjudicó. Ellos dicen que mientras exista alguna emoción negativa hacia la otra persona, no lograrán perdonar de verdad.


Sin embargo, la Biblia nos dice que el perdón es un mandamiento. Al ser un mandamiento, no depende de nuestras emociones. Perdonar es un acto de obediencia y fe delante de Dios. Es una decisión que tomamos independientemente de lo que sentimos.


Cuando perdonamos por fe, damos la oportunidad para que Dios cure nuestras emociones. Será a partir de ese momento que Dios comenzará a tratar con nuestras emociones negativas, no al revés. Perdonamos por fe y las malas emociones comenzarán a disminuir y en muchas ocasiones dejarán de existir desapareciendo por completo.


Si esperamos que los malos sentimientos como el odio, por ejemplo, desaparezcan para entonces perdonar, corremos el riesgo de guardar ese odio en el corazón contra nuestro hermano, como dice el texto al inicio.


Tome la decisión de perdonar

Lee Mateo 18:21-35 y Efesios 4:32.

Busca la presencia de Dios en un lugar tranquilo y sin interrupciones y verbaliza delante de Dios tu tristeza, resentimiento o herida.

Reconoce que el perdón es un mandamiento conforme a lo que dice la Palabra de Dios.


Para orar:

Señor, reconozco que el perdón es un mandamiento y no depende de mis emociones. Por eso, por fe, yo perdono a... (di el nombre de la persona que te ofendió) por haber... (menciona lo que la persona hizo). Señor, te pido también que sanes mis emociones y remuevas todo el odio de mi corazón. En el nombre de Jesús, amén.

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