La «ley de la siembra» o la regla de plantación es un concepto bastante abordado en toda la Biblia. Jesús enseñó diversas parábolas sobre el sembrador, sobre los tipos de suelo y las semillas (como el grano de mostaza, por ejemplo). Pablo también dijo (en Gálatas 6:7) que «cada uno cosecha lo que siembra». Por esas y otras referencias, entendemos que de forma natural y en todos los ámbitos de la vida, nosotros recogemos aquello que sembramos.
El Salmo de hoy nos habla de un aspecto diferente de la siembra. En realidad, este es el único lugar en la Biblia donde se menciona un tipo de cosecha diferente de lo que se plantó. Aquí la ley de la siembra está envuelta por la gracia y la misericordia del Señor que sustenta todas las cosas. Dios concede a los que siembran con lágrimas (humildad, confianza y contrición) que recojan sus gavillas llenos de alegría (felicidad, contentamiento y satisfacción). Confía tu semilla a Jesús que puede transformar una pequeña semilla en muchas gavillas. ¡Él también puede cambiar tu llanto en fiesta!
Aunque haya lágrimas y dificultades, siembra la semilla:
El sembrar está relacionado con la confianza. Entrega al Señor tus planes y confía en que él obrará.
Ora constantemente a Dios, pídele que te sustente y que te dirija en todos los propósitos de tu vida.
Dios hace nacer y da el crecimiento, pero tú necesitas plantar. ¡Esfuérzate y ten ánimo!
Después de sembrar con fe, ora y espera en el Señor con paciencia.
Pídele orientación a Dios para que siempre produzcas buenos frutos a través de la acción de su Espíritu en tu vida.
La Palabra de Dios es la buena semilla. Comparte el Evangelio con las personas a tu alrededor.
Para orar:
Señor, ayúdame a plantar semillas con fe y esperanza en ti. Que yo pueda confiar, pues tú sustentas todas las cosas y sé que sustentas mi vida, mi familia y todos mis sueños. Aun cuando llore cansado o abatido por el desgaste de la vida o por el esfuerzo del trabajo, ayúdame a continuar plantando buenas semillas. Que esas semillas puedan producir buenos frutos que permanecen para bendición de muchos y para tu gloria. En el nombre de Jesús, amén.
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